¿Nunca os ha surgido esta duda? A mí, la verdad es que sí. A
menudo leemos, o escribimos, sin saber cuanta ficción hay en la
materia, en el primer caso, cuanta inventiva a puesto el escritor,
cuanto a impregnado de su propia alma... En el segundo caso sin
pararlo a pensar, dejando que fluya, dejando que mane de nosotros,
pensando muchas veces que el resultado, que lo escrito, no es más
que el producto de una buena idea, en la que ponemos ilusión y
trabajo, pero que muchas veces nos sorprende, cuando vemos reflejado
en la narración, más de nosotros, de lo que pensábamos que había.
Leyendo, y escribiendo también me ha surgido esta pregunta, hay
gente que me la ha hecho. "¿Oye Borja, esto es un relato o es
de ti...?" Es una pregunta difícil, ya seamos nosotros quien la
formulemos, hacía nosotros o hacía otros, ya sea un conocido, una
persona cercana, o alguien con quien nuestra confianza no es
estrecha.
Y yo he de reconocer que a veces, escribiendo, no sé si es ficción
lo que escribo... O una confesión velada. Hay veces, que simplemente
bañas de literatura tus sentimientos y los expones, otras, describes
un futuro en el que tú anhelos, miedos o deseos se verían
cumplidos, un futuro en el que no habría leyes, normas morales,
temores, o ideales que los frenaran, detuvieran o encadenaran.
Unas veces puedes escribir una epopeya, creando un personaje digno,
honorable y honrado, y dejas de ti mucho en él, porqué sin saberlo,
sin quererlo, estás dibujando lo que te gustaría ser, o lo que
querrías que existiera en un mundo tan cruel como este, lo que
piensan que le falta a la balanza para equilibrarla del lado de los
buenos y de lo débiles.
Otras sin embargo engendras a un villano, horrible, cruel, depravado,
y al igual que antes dejas parte de ti, ira, odio, miedo, tristeza,
dolor, oscuridad, rabia... Y ese villano destruye y corrompe, y es tú
manera de vengarte contra todo, no porqué lo desees, sino porqué no
aguantas más, porqué necesitas darle salida a ese cúmulo de cosas
negativas que te atenazan el alma...
Escribir eso, no te convierte en nada, no es síntoma de nada malo,
ni de nada bueno. Al fin y al cabo sólo son palabras, y cuando
escribes algo, hasta un nivel tan profundo que hasta a ti te
sorprende, simplemente es un desahogo, de sentimientos negativos en
ocasiones, o un deseo, de sentimientos y acciones positivas, en
otras.
Pero sin embargo, por muchas cavilaciones que le demos, nunca
podremos saber, tanto si estamos escribiendo, por mucho que nos
conozcamos, tanto si estamos leyendo, por mucho que hayamos estudiado
al escritor en cuestión... Nunca podremos saber si es relato o
ficción. Nunca sabremos si quien crea esas palabras, seamos nosotros
u otro, es un potencial santo, o un potencial diablo, un héroe, o un
psicópata... Ya que al fin y al cabo, son sólo palabras, y las
palabras, se las lleva el viento.
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